
Algo que sosegue esta impaciencia,
que en sus ojos duerma
la calma, el dolor, su silencio.
Un fracaso lento y certero.
Y mis cenizas se van al vuelo,
llevan lo absurdo que queda en mí.
Una tarde, una cruel tempestad
arrasará todo este desierto.
Maldita casualidad,
espontánea y versátil.
Maldita mi devoción
por tenerte, mirarte, sentirte.
Aprenderás a huir del tiempo,
y yo al rastro de tu cuerpo.
Un martirio constante,
esperando encontrarte.
Atravesando con paciencia
este letargo que aún espera,
devorando mi existir,
un disparo cobarde y certero.
En la prisión del desconsuelo
vuelan mil almas buscando su afín.
con esa austera misión de llegar
sin rumbos, un último aliento...
Baldía espontaneidad,
juzgándome cara a cara.
Burda y lentamente
todo parece excusable.
Aprenderás a huir del tiempo,
y yo al rastro de tu cuerpo.
Un martirio constante,
esperando encontrarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario