domingo, 19 de julio de 2009

Delirios arrogantes.


La certeza de un mirar sin voz
insiste en remendar el ayer.
Apoderandosé del más fino placer,
huésped de tu piel.

Trémolos vacilando,
ladrando, tirando a matar
a lo que queda ser.
¿Qué es lo que queda ver?

Y delirás, riendo a la vida,
sabiendo que instiga a comprar tu ilusión.
Tan arrogante, que hasta tus motivos
se quiebran nefastos y piden perdón.
Pero sabés que en esta comparsa loca
no van a verte bailar.

Un cliché trae viejos diluvios,
y seguimos masticando nueces...

Ese onirismo va transformándote,
ya es el diástole de tu voluntad.
Un par de rachas esperan,
en la intemperie, en libertad.

Delirás, riendo a la vida,
sabiendo que instiga a comprar tu ilusión.
Tan arrogante, que hasta tus motivos
se quiebran nefastos y piden perdón.
Pero sabés que en esta comparsa loca
no van a verte bailar.

viernes, 17 de julio de 2009

Baldía espontaneidad.



Algo que sosegue esta impaciencia,
que en sus ojos duerma
la calma, el dolor, su silencio.
Un fracaso lento y certero.
Y mis cenizas se van al vuelo,
llevan lo absurdo que queda en mí.
Una tarde, una cruel tempestad
arrasará todo este desierto.

Maldita casualidad,
espontánea y versátil.
Maldita mi devoción
por tenerte, mirarte, sentirte.

Aprenderás a huir del tiempo,
y yo al rastro de tu cuerpo.
Un martirio constante,
esperando encontrarte.

Atravesando con paciencia
este letargo que aún espera,
devorando mi existir,
un disparo cobarde y certero.
En la prisión del desconsuelo
vuelan mil almas buscando su afín.
con esa austera misión de llegar
sin rumbos, un último aliento...

Baldía espontaneidad,
juzgándome cara a cara.
Burda y lentamente
todo parece excusable.

Aprenderás a huir del tiempo,
y yo al rastro de tu cuerpo.
Un martirio constante,
esperando encontrarte.

lunes, 13 de julio de 2009

Altiva, tan destructiva.



Tu boca, el deseo,
se apaga entre el viento
de mi suerte, de tus breves
dolencias de subconsciencia.
Tras tus manos, fiel desvelo,
nace el llanto, muere un lamento.
De mi mente seré inerte.
Mi sincera falta de paciencia.

Un susurro en tus dedos, que se escurren en dolor.
Presagios que se esconden para verte sonreir.

Volver, volver atrás,
amarrar esa firme oleada.
Barrer tu mirada, cansada
de ver como te apenás.

Ausentes, tus dedos
apagan mis tiempos.
Mi mente, tu frente
altiva, tan destructiva.
A tus pies aquel consuelo,
marchita bajo y lento.
Caen refugios ardientes,
disfrazando esta ausencia.

Se te escaparon las maneras, el error,
las mil figuras que se abrazan al partir.

Volver,
amarrar esa firme oleada.
Barrer tu mirada, cansada
de ver como te apenás.
Cansada de ver...